Nistal (Génista)
es un pequeño pueblo de la provincia de León, perteneciente al término
municipal de San Justo de la Vega y
muy cerca de la ciudad de Astorga. Está situado en el margen izquierdo del río Tuerto (río Tur) y forma parte de
la comarca de la Vega de este río. Su población ronda los 300 habitantes y se
ve aumentada en épocas de vacaciones. La principal actividad de los que allí
viven es la agricultura en los ricos campos de la Vega.
Antiguamente su nombre era Genistal “campo de genistas”
(piornos) y estaba situado en la parte que en la actualidad son los pedregales.
Siempre ha estado muy unido a la ciudad de Astorga y formaba parte del alfoz de
esta ciudad.
Como lugares a destacar, se encuentran la iglesia de San Esteban Protomártir, con su típico nido de cigüeña; el puente romano de Valimbre sobre el río Turienzo, que se erige en uno de los restos romanos más importantes de la Ruta de la Plata en la provincia y el molino tradicional del siglo XVII, el Molino Cela (Molino Celis), que en la actualidad se ha transformado en una casa de turismo rural, y en el que se mezclan la belleza y el encanto del pasado y del presente. Unido a todo ello, hay que mencionar sus bonitos paisajes, que hacen del pueblo un lugar agradable para todo aquel que se quiera perder en un entorno de campo y de tranquilidad.
Como lugares a destacar, se encuentran la iglesia de San Esteban Protomártir, con su típico nido de cigüeña; el puente romano de Valimbre sobre el río Turienzo, que se erige en uno de los restos romanos más importantes de la Ruta de la Plata en la provincia y el molino tradicional del siglo XVII, el Molino Cela (Molino Celis), que en la actualidad se ha transformado en una casa de turismo rural, y en el que se mezclan la belleza y el encanto del pasado y del presente. Unido a todo ello, hay que mencionar sus bonitos paisajes, que hacen del pueblo un lugar agradable para todo aquel que se quiera perder en un entorno de campo y de tranquilidad.
IGLESIA
CAMPO
LA ENCINONA
LOS MAYOS
MOLINO CELA
PAISAJE
Nervo escribió aquello de "Qué sollozo tan grande es el sollozo del mar". Sin ser océano, ni siquiera mar ("El mar, siempre el mar", al que siempre cantó Rafael Alberti), los paisajes de la primera etapa de la novela -los alrededores de Astorga-, son inabarcables, inconmensurables, inmensos... todos un deleite de paz, de tranquilidad, en estos tiempos de lo instantáneo, del "lo quiero para ya". Y, a veces, aunque solo sea a veces, no está de más perderse en lo inabarcable, en lo inmenso. Y, sí, también a veces como en la poesía de Nervo, hay que escuchar los sollozos, sollozos que no siempre vienen de la mar.
ResponderEliminarSiempre me ha gustado mucho el mar, quizá porque era algo que nunca tuve al lado y del que solo disfrutaba unos días al año y no todos. Sin embargo cuando pienso en una imagen y quiero que mi mente se quede en total relajación, no pienso en el mar, ni mucho menos, pienso siempre en esos paisajes de mi tierra. Y, aunque a veces producen sollozos por la nostalgia, sus recuerdos llenos de vida mitigan las lágrimas.
EliminarConozco la zona porque he estado en varias ocasiones por allí. Ideal para pasar una temporada de tranquilidad, lejos del bullicio de la gran ciudad. No hay semáforos ni atascos ni centros comerciales.
ResponderEliminarAdemás, Astorga está muy cerca y es una ciudad pequeña pero que dispone de todos los servicios. Eso sí, no hay que hacer cola para sacar dinero de un cajero automático.
Algún que otro semáforo te puedes encontrar e incluso gente esperando en el cajero. Sin embargo es cierto que la nota predominante en toda la zona es la tranquilidad. Montes, ríos y bonitos paisajes te pueden acompañar en todo momento si decides hacer cualquier ruta por allí. Merece la pena y además, acompañado siempre de buena comida.
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